Un discurso pronunciado en latín sacudió la Iglesia Católica con no lo había hecho en siglos: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Era el 10 de febrero de 2013. Joseph Ratzinger tenía 86 años y había adoptado el nombre de Benedicto XVI ocho años antes. Fue la primera renuncia de un Papa desde la Edad Media. Gregorio XII lo había hecho en 1415, 600 años atrás.
Hoy, en la Basílica de San Pedro se dio un hecho inédito, pero si no habitual, que un Papa haya sido el encargado de dirigir el funeral de otro Papa. Hay un precedente: Pío VI quien tras morir en el exilio en Valence en 1799 como prisionero de Napoleón, tuvo un solemne funeral tres años después, cuando sus restos fueron llevados de vuelta a Roma, el cual fue celebrado por el Papa Pío VII.
Francisco, el pontífice argentino, el actual líder del catolicismo, presidió las honras fúnebres del Papa emérito Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger, quien falleció el sábado pasado a los 95 años. “Será un funeral solemne pero sobrio, porque así lo pidió en su testamento”, había señalado el vocero del Vaticano, Matteo Bruni.
Será enterrado en una cripta especial que hay bajo la Iglesia de San Pedro. Varios especialistas señalaron que los protocolos funerarios han sido muy similares a os que se utilizaron para los obispos eméritos, esta sí una figura muy utilizada por la Iglesia católica.
De hecho, el cardenal Gerhard Müller, quien fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe hasta 2017, lo explicó en una entrevista con el diario italiano “Corriere della Sera”. “No tenemos dos Papas, existe uno solo, Francisco. Se dice Papa emérito por cortesía, pero en realidad Benedicto XVI es obispo emérito”, señaló en ese momento.
En su testamento, Benedicto había pedido ser enterrado donde antes estuvo el cuerpo de Juan Pablo II, tras su muerte en 2005 y hasta 2011, cuando sus restos fueron llevados a la Capilla San Esteban dentro de la basílica de San Pedro.
¿Qué razones llevan a decir que este funeral es inédito? Por lo general, los funerales de los Pontífices recién fallecidos son presididos por una figura llamada el “camarlengo”, quien se encarga de conducir a la Iglesia en los momentos en que no hay Papa en ejercicio. El tema es que esta vez, desde hace 10 años, sí hay un Papa en funciones: Francisco. Y será él quien se encargue, por primera vez en la historia, de oficiar el funeral de otro Papa. Tras esta muerte, no habrá cónclave para elegir sucesor, porque esto ya ocurrió en 2013, posterior a la renuncia de Ratzinger, por razones de salud.
Y cuando se confirma la muerte del sumo pontífice –en un ritual en que se lo llama tres veces por su nombre- se procede con varios protocolos a la destrucción del “anillo del pescador”, diseñado exclusivamente para cada Papa. Pero en este caso, el anillo de Benedicto fue “anulado” en el momento en que se hizo efectiva su renuncia el 28 de febrero de 2013. Este anillo no fue destruido. Se procedió a marcarlo con una cruz.
El mundo despide a Benedicto XVI. En la historia quedará constancia de que fue uno de los teólogos más sobresalientes de su generación, con una visión del cristianismo que inició en el liberalismo en su juventud y luego se tornó hacia un conservadurismo duro. Por su férreo compromiso con la ortodoxia se lo conocía como el “Rottweiler de Dios”.