Editorial

Bolsonaristas atacan la democracia brasilera

El intento golpista contra el gobierno de Brasil dejó más de 200 detenidos, destrozos, vandalismo y una profunda herida en el corazón de la democracia. Miles de seguidores del ex presidente avanzaron contra la policía y atacaron los principales edificios de los tres poderes de la república federativa, sumiendo al país en la crisis más grave desde el fin de la dictadura militar hace 38 años.

Lula Da Silva, recién hace una semana comenzó a ejercer su tercer mandato constitucional, tras el triunfo electoral ante Jair Bolsonaro, el presidente saliente que nunca quiso reconocer su derrota y se fue a los Estados Unidos hace unas semanas, para evitar estar presente durante el traspaso de los atributos del mando a su sucesor.

Lula ayer estaba en San Pablo cuando en la capital miles de bolsonaristas, a quienes calificó como “fascistas fanáticos” avanzaron contra las fuerzas policiales e invadieron la sede del Congreso, la casa de Gobierno y el Tribunal Supremo, provocando caos y destrucción de mobiliarios, obras de arte y papeles de la Justicia. Brasil está claramente dividida en dos. Bolsonaro, antes de la segunda vuelta, logró sumar varios millones más de simpatizantes a su favor. No le alcanzó para evitar el triunfo de Lula, pero le bastó para quedarse con una Proción grande del poder político en el Congreso y en los principales estados del país.

Lula responsabilizó –sin nombrarlo- al ex presidente por los incidentes, de quien dijo que alienta a sus seguidores a través de las redes sociales. “Vamos a descubrir a los financiadores de estas protestas y de cuño golpistas. Serán encontrados y castigados”, dijo Lula, quien denunció fallos de seguridad por parte del gobierno del distrito federal, por eso decretó la intervención de las fuerzas de seguridad de Brasilia.

En tanto a las fuerzas armadas están subordinadas al poder político y atentas a salir a la calle, si es necesario, para evitar nuevos actos de insurrección. Más de siete horas después de los violentos ataques a los edificios gubernamentales, Bolsonaro (desde Florida, Estados Unidos), dijo que lo acusan sin pruebas y afirmó que las “depredaciones e invasiones de edificios públicos escapan a la norma”.

Lo sucedido ayer fue calificado como un hecho político similar a la invasión del congreso de Estados Unidos tras la derrota electoral de Donald Trump. El “asalto al Capitolio” ocurrió el 6 de enero de 2021, dos semanas antes de los anuncios de Joe Biden.

Los líderes latinoamericanos, Estados Unidos y la Unión Europea condenaron el intento golpista y expresaron todo el apoyo al gobierno de Lula. Da Silva cuenta con un amplio respaldo internacional, además del 51% de la población de su país que lo votó en las pasadas elecciones.

El problema que tiene es interno y él lo mencionó en su discurso del 1 de enero cuando asumió su tercer mandato, al hacer referencia a los desafíos y compromisos más urgentes, como la pobreza extrema, por ejemplo.

Intentar gobernar, buscando el dialogo con la oposición y la unificación del país, serán las acciones más firmes que deberá encarar el mandatario. Experiencia no le falta y respaldo político mundial tampoco. Brasil es un gran protagonista en el escenario internacional y lo vivido en las últimas horas seguramente potenciara la figura de Lula Da Silva.

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