Lucio tenía cinco años. Fue asesinado a golpes el 26 de noviembre de 2021 en la vivienda de la calle Allan Kardec al 2300 de la ciudad de Santa Rosa, La Pampa, donde vivía junto a su madre y la pareja de la mujer. El médico forense que hizo la autopsia al cuerpo del niño contó que en 27 años de profesión y tras haber intervenido en 32 casos de niños golpeados “nunca vio algo así”.
En febrero de 2020, Lucio Dupuy era feliz. En ese tiempo vivía en la casa de sus tíos paternos Maximiliano y Leticia. Hacía ya casi un año que estaba allí, en General Pico, La Pampa, por acuerdo entre Magdalena Espósito, su madre, y Cristian Dupuy, du padre. Como ella no tenía dinero para mantenerlo y él vivía en Luján por su trabajo. Convinieron que lo mejor para el hijo de ambos era que se quedara con los tíos. Marchaba todo bien, sin embargo, en esos meses algo cambió. De un momento a otro, Magdalena comenzó a pedir la tenencia de Lucio nuevamente, Quería que el niño volviera a vivir con ella en Santa Rosa. Aseguraba que ya tenía trabajo estable, una casa y una novia: Abigail Páez.
“Y en ningún lugar va a estar mejor que conmigo”, decía la mujer. El 4 de noviembre de 2020 la jueza Ana Clara Pérez Ballester homologó un acuerdo firmado por la madre de Lucio, la tía Leticia Hidalgo, y le otorgó la tenencia del pequeño a su madre biológica.
Un año y 22 días después, Lucio fue cruelmente asesinado. Por ese horrendo delito, su madre y la novia llegaron a juicio. Hoy se conocerá el veredicto y la pena en expectativa para el delito que se endilga es prisión perpetua.
A la madre de Lucio la acusan de “abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal agravado por haber sido cometido por la ascendiente (progenitora) con el concurso de dos personas y aprovechando la convivencia con la víctima menor de 18 años, todo con delito continuado en concurso real con homicidio calificado, por ensañamiento y alevosía”. A la pareja de la mujer le cabe la misma calificación, pero sin agravante del vínculo.
El tribunal de audiencia también deberá resolver se acepta la calificación de “crimen de odio” por razones de género, planteado por el abogado querellante.
Durante todo el tiempo que Lucio vivió con su madre y la novia, tras la decisión de la jueza Pérez Ballester, se comprobó –tras la muerte del niño- que éste había tenido varios ingresos al hospital por fracturas en una mano y muñeca, por caída de una bicicleta, por fracturas en un dedo, y varias entradas más que registran los documentos, aunque se desconocen los motivos.
Ningún profesional médico alertó a las autoridades por estas situaciones. Nadie hasta después del crimen del pequeño, chequeó la historia clínica. LO ignoraron. La autopsia comprobó múltiples traumatismos, lesiones y escoriaciones. Algunas de vieja data, Se detectó un golpe muy fuerte que Lucio tenía en su muslo izquierdo a la altura del cuádriceps y se cree que pudo haber sido por el impacto de un objeto contundente o, de una patada.
Nunca nadie actuó a tiempo, ni aún las maestras del colegio donde el niño asistía, cuando lo veían llegar con señales de golpes o heridas en su cuerpo. Le podrían haber salvado la vida. El informe forense pudo determinar otras señales aberrantes que presentaba el cuerpo del niño y que llevaron a su muerte.
Hoy, al mediodía, los jueces dirán si las acusadas son o no culpables y por qué delito. En algunos días se conocerá la sentencia. La culpabilidad por agravamiento las conducirá a prisión perpetua. Habrá que determinar las responsabilidades de los profesionales del sistema de salud, de las maestras y autoridades de la escuela, y de lo que hizo o no hizo la jueza, a la hora de darle la tenencia de Lucio a su madre.
Este jueves las miradas están puestas en los integrantes del Tribunal: ¡Señores jueces, ustedes sí, por favor!