Editorial

África, muerte y colonialismo económico

Promedia la visita de 6 días del jefe de la Iglesia Católica en la República Democrática del Congo, África. Francisco reunió a más de un millón de personas en Kinsasa en una ceremonia que confirma la pujanza de la fe y las vocaciones en el Continente. El único lugar en el mundo donde crece la fe a un ritmo que invita a un cierto optimismo a una iglesia que ha visto como evangelistas, protestantes o musulmanes aceleraban en los últimos tiempos.

En el viejo aeropuerto de N’Dolo, con capacidad para más de un millón de personas tuvo lugar la misa más multitudinaria de este pontificado tras la oficiada en Filipinas en 2015, y celebrada en el particular rito congoleño: una modalidad aceptada tras el Concilio Vaticano II y que permite acercar todavía más a este continente a la Iglesia.

África es el futuro del catolicismo, nadie lo duda. Pero la bienvenida del Papa, que el martes aterrizó aclamado a las calles como un verdadero ídolo de masas, ha sorprendido incluso en la Santa Sede. La República Democrática del Congo, con un 90% de población cristiana, es también el estado africano con más católicos: la mitad de sus 105 millones de habitantes lo son, y cuenta con más de 6.000 curas, 10.000 monjas y más de 4.000 seminaristas (el 3,6% del total de jóvenes que estudian para sacerdote).

En una misa dinámica, colorida y extremadamente musical, la homilía del Papa centró sus palabras en la idea del perdón en una nación rota por los conflictos bélicos y étnicos. “No podemos permitir que crezca la resignación y el fatalismo. Si a nuestro alrededor se respira este clima, que no sea así para nosotros. En un mundo abatido por la violencia y la guerra, la paz nace cuando las heridas sufridas no dejan cicatrices de odio, sino que se convierten en un lugar para hacer sitio a los demás y acoger sus debilidades. Entonces, las fragilidades se convierten en oportunidades y el perdón en el camino hacia la paz. No se trata de dejarlo todo atrás como su nada hubiera sucedido, sino de abrir a los demás con amor el corazón”, expresó Francisco.

Lo que sí ha quedado algo antiguo es el peso específico de África en la cúpula de la iglesia. Al margen de Oceanía, es el territorio con menos cardenales: 26 en total, de los cuales solo 10 son electores al tener menos de 80 años. América del Sur y Central tienen 42, América del Norte (incluido México) 26, Asia 31 y Europa 103. Francisco ha intentado cambiar ese equilibrio a través de sus viajes y con la creación de nuevos purpurados de esos países en cada Consistorio.

Luego de la multitudinaria misa en Kinsasa, la capital del Congo, el Papa unas horas más tarde mantuvo una reunión con un grupo de supervivientes de los conflictos bélicos que azotan al Este del país. Escuchó algunos testimonios desgarradores de los hechos violentos de jóvenes (varones y mujeres) que lograron sobrevivir al exterminio a manos de las milicias y de las violaciones de aquellas jóvenes que eran tomadas como esclavas por los comandantes y sometidas sexualmente.

Francisco, emocionado, desveló enseguida la misión de su viaje, la de poner foco mediático en esos conflictos olvidados. Bunia, Beni-Butembo, Goma, Masisi, Rutshuru, Bukavu, Uvira…lugares que los medios de comunicación internacionales no mencionan casi nunca. Es la guerra desatada por una insaciable avidez de materias primas y de dinero, que alimenta una economía armada, la cual exige inestabilidad y corrupción.

Con vehemencia el Papa se dirigió a los que manejan los hilos de la guerra en el Congo, depredándolo, flagelándolo y desestabilizándolo. “Escuchen el grito de su sangre, hagan callar las armas y pongan fin a la guerra. ¡Basta de enriquecerse a costa de los más débiles!”, exclamó Francisco. Qué escándalo y qué hipocresía, la gente es agredida y asesinada, mientras los negocios que causan violencia y muerte siguen prosperando en ese lugar del mundo.

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