La Organización Transparencia Internacional encendió otra señal de alarma sobre la institucionalidad en el país. Como ya ocurrió el año pasado, Argentina volvió a ser evaluada con una baja nota en materia de transparencia en el índice de percepción de la corrupción, que mide todos los años el desempeño de los países a nivel global.
“Transparencia, desde sus oficinas en Berlín, publicó el ránking que ubicó a Argentina al mismo nivel que otros países de la región como Brasil, pero algunos escalones por debajo de Chile y Uruguay, las mejores puntuadas de Sudamérica. La gestión de Alberto Fernández solo consiguió 38 puntos sobre los 100 posibles y quedó ubicado en el puerto 94 entre los 180 países evaluados.
Pablo Secchi, director ejecutivo de “Poder Ciudadano”, el capítulo argentino de Transparencia Internacional aseguró “lamentablemente se sigue percibiendo a Argentina como un país con un alto nivel de corrupción y esto se relaciona con el bajo interés de los gobiernos. Si se sigue insistiendo con las mismas prácticas y normativas no van a existir cambios en materia de transparencia y anticorrupción”.
Argentina carece de una política pública de lucha contra la corrupción permanente y eficaz. En medio de una fatiga institucional, condenas por corrupción a encumbrados funcionarios, ataques a la Justica, debilitamiento de los organismos de control y parálisis de la actividad legislativa y del Consejo de la Magistratura.
“Argentina luce como un país entumecido y a la deriva”, sostiene Marcelo Bermolen, director del Observatorio de Calidad Institucional de la Universidad Austral. Los 38 puntos obtenidos en 2021 y 2022 por Argentina quedan muy lejos de los países nórdicos que encabezan el ránking global. Dinamarca sumó 90 sobre 100. Apenas detrás aparecen Finlandia (87) y otros países como Nueva Zelanda (87) o Noruega (84). El país latinoamericano con mejor evaluación es Uruguay, que se ubicó en el puesto 12 con 74 puntos, por detrás aparece Chile con 67.
Venezuela con 14 puntos sobre 100, está entre las cinco con peor percepción de corrupción a nivel global. Nicaragua, Honduras y Guatemala fueron otros de los países latinos con baja nota. Los últimos puestos a nivel mundial quedaron para Somalia, Siria y Sudán del Sur.
Delia Ferrerira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional, fue crítica de la situación de América Latina en materia de transparencia. “El estancamiento y retroceso de la lucha anticorrupción en la región coincide con un marcado deterioro de las instituciones democráticas, el ataque a la independencia de los jueces y el cuestionamiento a la prensa y en especial al periodismo de investigación. La impunidad de los corruptos solo aumenta la inestabilidad política y la falta de confianza de la ciudadanía que termina por tolerar la corrupción como si estuvieran en juego sus propios derechos y libertades”.
Una economía tan cerrada como ola actual es el campo propicio para la creación de verdaderos quioscos que alimentan la caja política merced a la discrecionalidad de los funcionarios que deciden, por ejemplo quienes pueden importar, exportar, acceder a beneficios especiales, ganar licitaciones y subir o mantener los precios de los alimentos y servicios.
La independencia real y efectiva de la Justicia es el presupuesto necesario para garantizar la ausencia de impunidad. Sin una justicia imparcial e independiente, no hay forma de combatir la corrupción. La cultura de la corrupción debe ser definitivamente sustituida por la cultura de la legalidad.